domingo, 23 de mayo de 2010

Danae, Jo Hopper y la Anunciación.




Dice la Revista Mariana Universal, al analizar la Iconografía de la Anunciación:
“El tercer actor de la Anunciación es el Espíritu Santo. Éste puede estar presente a través de la paloma rodeada de rayos de luz, o puede no aparecer físicamente, aunque su presencia siempre se intuye al ser un personaje esencial: Desde lo alto un rayo viene a posarse sobre Ella, representa al Espíritu pero no es un rayo de luz sino de sombra: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc.1: 35).” Lo que se va a producir es una Encarnación; es decir, la Gracia Divina va a descender sobre el cuerpo de María y va a engendrar a Jesús. Para que ésta se pueda desarrollar de forma más explícita se va a introducir a la paloma de Espíritu Santo convertida en emanación directa de Dios Padre.” Cito textualmente para no tener problemas con el Vaticano, cuya delegación más cercana es la Parroquia Nuestra Señora de la Guardia, que está a nueve cuadras, y a la cual ya dibujé en ese viaje sentimental que fue la Canción Ilustrada al barrio de Florida. Danae encerrada en la torre para evitar la cópula que engendrará a Perseo. Danae bañada por Zeus transformado en lluvia de oro, representada como luz dorada por Rembrandt, la luz desciende sobre Danae y engendra a Perseo. El rayo del Espíritu Santo se supone que debería ser de sombra, pero fue siempre representado bien luminoso, como lo hace Fra Angélico. El rayo desciende sobre la Virgen y engendra a Jesús. En ambos casos la mujer es engendrada, en el caso griego nace un héroe, un semidios por ser hijo de un Dios y una mortal y en el caso Cristiano nace el Hijo de Dios, que en realidad también es Dios. En el caso de Jo Hopper, la luz desciende sobre ella pero no nace nada. Jo es una Danae, una Virgen María, de un siglo descreído y pragmático, Jo fue pintada por un Bautista de profesión artista, en un siglo en que los ángeles anunciadores, los dioses travestidos en oro y los rayos fecundadores, vuelan y descienden solamente en la esfera de la fe personal, son ángeles y dioses que ya no vuelan por los techos de las iglesias y los templos. Es un siglo en el cual los rayos al descender sobre la mujeres ofrecidas ya no engendran Hijos con destinos maravillosos. A la pobre Jo sólo le queda el Mono Transparente. Y de tanto visitarla tal vez algo nacerá dentro del espectro ultrafino. Análisis: BB.